"Todos debemos salir de nuestro cuartucho: algunos de la sacristía cerrada, otros de la unidad básica y otros de Berlín 1939. Argentina es hoy y ahora"
Hernan M. CapizzanoEn los últimos tiempos hemos asistido a una numerosa variedad de expresiones nacionalistas. De todo tipo, es cierto, pero que a pesar de sus matices parecen escapar a esa suerte de parapeto que nos encubre, muchas veces por razones lógicas y prudenciales. Otras por simple aburguesamiento de la vida cotidiana.
Lo cierto es que hay una conciencia nacionalista que parece ir ganando espacios, poco a poco. Se ve en las redes sociales como vehículo de un fenómeno aún minúsculo pero que años atrás no presentaba esta amplitud.
Esta percepción que quizás otros compartan tiene –y es una obviedad- vinculación con la atmósfera social, política y cultural por la que estamos atravesando. A veces ver estos procesos es difícil y sólo a la distancia puede medirse con mayor precisión. Sin embargo el fin de esa autoclandestinidad, muchas veces forzada por circunstancias comprensibles, puede llevar en los próximos tiempos a definiciones terminales. Nos referimos a variables histórico-políticas que no podemos medir pero que pueden exigirnos un punto definitorio.
Nos están naturalizando la fragmentación territorial, pues la social, política y cultural ya es un hecho aceptado. ¿Cuántos argentinos frente a una catástrofe natural, frente a la acción de narco-bandas, frente a un autogolpe o frente a una revolución inventada no verían con malos ojos la “regionalización” del país para “mejor aprovechar sus recursos”?
El nacionalista, que por supuesto cree en un destino nacional y una misión histórica… ¿despertará a tiempo para salir de esta autoclandestinidad y ponerse a las órdenes de los mandos naturales que las circunstancias exijan para defender los valores perennes y más nobles?
Hernán Capizzano
Fuente: Memoria y Archivo
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